A QUIEN SE LE OCURRIERA LEER
Empecé con este blog allá por el 2008 con el fin de pasarles apuntes y algunos materiales de estudio a mis alumnos de Física, Química, Educación Tecnológica o Matemática.
No lo usé mucho. Pero estos días, mirando que tiene tantas visitas como mi blog personal Los apuntes del oso, me decidí a incorporar información para que pueda ser útil a alguien. Uno, dos o mil, no importa.
Así es que despacito voy a ir incorporando algunos de los materiales de trabajo, reflexiones y chirimbolos varios que fui generando o afanando en mis añares como docente.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Y... ¿qué hacemos con ET? (Punta 1)

[Aclaración (por si las moscas): 
Quien pretenda leer aquí una apología académica de ET, ¡raje inmediatamente! Está avisado.]

Cuando yo era pequeño había pocos televisores en la cuadra. A duras penas un obrero metalúrgico podía acceder a uno. En el 70 mi viejo logró comprar un Philco Ford, por supuesto en blanco y negro. La tele pasó de ser una curiosidad en la casa de unos vecinos los sábados por la noche a algo de todos los días. Era más compacto que el de los vecinos, menos aspecto de mueble y más de artefacto móvil. De más está decir que solo agarraba los canales de Rosario: el 3 y el 5. Para ser francos en retrospectiva, se veía bastante mal, pero alcanzaba para distinguir dignamente a Batman, El Zorro, los Tres Chiflados y el Gordo y el Flaco. A veces no se veía bien, como perdiendo señal, entonces recurríamos a pararnos para tocarlo. Tocarlo significaba manipular los controles. El selector de canales tenía una especie de cilindro estriado interno que servía para mejorar la sintonía.
Otras veces aparecía una franja negra dividiendo la pantalla y era como que se había subido el piso de la pantalla. A tocar el vertical.
O salían como franjas inclinadas y había que tocar el horizontal.
O las imágenes se sucedían en forma vertical y allí era cuando los mayores nos decían que les recordaba el cine, con esa sucesión de fotos. ¡Qué fantástico! Podía de alguna manera imaginarse por analogía el funcionamiento de la tele con el del cine, fuera o no correcta la analogía, claro.
Un día la tele dejó de andar. Vino un tío que era bastante animado para meter mano, abrió la tapa posterior, dijo ajá y señaló una especie de objeto cerámico reventado. Lo sustituyó por un cablecito de cobre y ¡zas! otra vez la tele en marcha.
Con el tiempo, el pase mágico para mejorar el funcionamiento era un golpecito seco lateral, que ajustaba algo y seguía viéndose más o menos bien.

Unos años después me compré el primer auto. Un Fiat 600 amarillo, el mítico fitito. Con el fitito experimenté las típicas vivencias de adolescente. Era un fierro, andaba siempre. Y si, por esas cosas raras de la vida no andaba, sacaba y limpiaba las bujías, miraba los platinos, soplaba el chiclé, tocaba aquí o allá y finalmente arrancaba. Tenía un motor sencillito y uno casi podía ver todo su funcionamiento mirándolo por fuera. Llevaba una caja de herramientas con llaves tubo, allen, destornilladores, pinza, alicate. cinta aisladora, alambre, tornillos y todo lo que pudiera servir para sacarme de un apuro.

Hoy tengo un tele de esos que llamamos LED, es como una ventana, se ve perfecto. No hay que manipular ningún control para mejorar la imagen. Usamos el control remoto solo para cambiar de canal o volumen y muy ocasionalmente para aprovechar alguna de las otras funciones. Nos paramos a tocarlo para conectarle algún cable especial o una tarjeta de memoria y nada más. Es finito, se puede colgar como un cuadro. Eso sí, si deja de funcionar, sonamos. No tiene sentido abrir la tapa de atrás. ¿Para qué? Para ver unas placas verdes llenas de chirimbolitos que ni siquiera tienen lucecitas que podrían indicar si una se quemó o no. Nada que hacer. Los golpes al costadito no funcionan.

También tengo un auto más nuevo. Aunque no es tan sofisticado tiene computadora a bordo que me avisa en cuánto tiempo me quedo a pata por no echarle nafta, si hay una puerta abierta, si no me puse el cinturón... Al abrir el capó espera una pequeña sorpresa: el motor es una especie de cápsula con más plástico que hierro o aluminio a primera vista.
Si no funciona no se puede hacer casi nada. Casi no llevo otra herramienta que el celular, para llamar a alguien que sepa para auxiliarme.

Llegado a este punto, convocamos a ET. Si ET preguntase a sus alumnos: ¿Creen ustedes que era un usuario más inteligente antes? ¿O lo soy ahora? La respuesta será coral: ¡Antes!
Es que en esta relación entre personas y artefactos sucede que hay funciones que antes hacían las personas -mejorar la sintonía en la tele o medir el aceite en el auto- y ahora las ejercen los artefactos. ¿No será que en la relación con la tele y el auto de décadas atrás yo tenía unos saberes y ahora, para manejarme con los nuevos necesito unos saberes más débiles? Podemos preguntarnos también cosas como: ¿puede convenir a alguien que necesitemos saberes más débiles para manejarnos con las nuevas tecnologías? O preguntarnos: estos artefactos tan fáciles de usar, ¿son más fáciles de comprender? ¿Seremos cada vez usuarios más estúpidos (ver etimología)? ¿Hará falta una educación tecnológica (como parece que hace falta una educación en ciencias, educación sexual, una educación vial, una educación ciudadana...)?

Tal vez ET encuentre por aquí una punta de sentido en este ovillo enmarañado, en esta complejidad. Ovillo que quizás tenga más de dos puntas.Veremos.



Nota:
Algunas de estas ideas se las escuché a Abel Rodríguez de Fraga o las tomé de otros autores. Otras son mías. El agudo lector sabrá separar unas de otras.

7 comentarios:

  1. Una variante. ¿Es positivo que una nueva tecnología sea menos accesible, en el sentido de que es más compleja su reparación? Los televisores nuevos no se arreglan así de fácil, no basta con darles un golpecito. Pero que se ven mejor es innegable.

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    1. Bueno, ese justamente es uno de los desafíos a lo que se enfrenta esta (relativamente) nueva materia Educación Tecnológica (ojo que no está en todas las provincias, creo que en Buenos Aires no aparece en los planes de estudio).
      Una de las ideas es que ese espacio tiene como objeto primario que los estudiantes reflexiones sobre estas cosas y no hacer "actividades prácticas".
      Abrazo

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  2. Una variante. ¿Es positivo que una nueva tecnología sea menos accesible, en el sentido de que es más compleja su reparación? Los televisores nuevos no se arreglan así de fácil, no basta con darles un golpecito. Pero que se ven mejor es innegable.

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  3. hasta para hacer una salsa hace falta tecnología, las propias cotidianas están naturalizadas (recuerdo como rebobinar un casette con una bic).El progreso no existe, aunque las tecnologias avancen porque el progreso es una "idea" que supone lo ilimitado: Las palabras tambien son tecnologías que nos permiten manipular la realidad. Nos arreglamos con lo que tenemos en un entorno que no fue hecho para la felicidad, sino para el consumo. Y con unas cuantas ilusiones que permiten crear sentido en un mundo que carece de sentido.

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    1. Así es. Aún así, esos bolsones de sentido (islotes, dijera Morin) nos permiten hacer pie, siempre que reconozcamos que provisoriamente.
      Besos

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  4. tambien estan los falsos avances,en las cosas de todos los dias,jajajaj
    https://www.youtube.com/watch?v=Y2IcmMPVXBw

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